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¿A dónde marcha el mundo evangélico?

Publicado originalmente en: https://cierp.org/2023/01/03/a-donde-marcha-el-mundo-evangelico/

Proyección de los posibles escenarios de la actuación política de los evangélicos en el 2023

Por: Oscar Amat y León & Miguel Ángel Castro

Se inicia el año 2023 en un contexto muy convulsionado para la sociedad peruana, en medio de una realidad compleja y violenta, en la cual los sectores evangélicos han jugado un rol de defensa del orden vigente, por encima de la justicia y de los intereses de los sectores más vulnerables.

El 2022 ha sido un año en que miembros del liderazgo evangélico relacionados con el Concilio Nacional Evangélico del Perú (CONEP) lamentablemente han fallecido (Víctor Arroyo, Pedro Merino) o su salud se ha visto afectada (Pedro Arana), dejando un espacio vacío que rápidamente ha sido llenado por líderes neopentecostales (Eduardo Concha, Cristian Scheelje, Miguel Bardales) quienes han asumido un control de los espacios representativos de los evangélicos (CONEP/UNICEP) y ahora se encuentran en pleno proceso de obtener legitimidad, a todo costo, ante los organismos de la sociedad civil donde el CONEP formaba parte.

En medio de este contexto global (social y eclesial) el Centro de Investigación en Religión y Política (CIERP) presenta lo que consideramos serán las grandes tendencias de los próximos escenarios de actuación política de los evangélicos, en los cuales se producirá el debate sobre el eje: Religión, Género y Derechos Humanos en el Perú del 2023:

1. Los nuevos «caminos de unidad»

En el Perú, desde la crisis religiosa en torno al debate producido en el mundo evangélico por la aprobación del artículo 50 de la Constitución del Perú, en 1993, existen dos federaciones que procuran representar a los evangélicos: por un lado, tenemos al Concilio Nacional Evangélico del Perú (CONEP), la más antigua, que data de 1940 y que recibió el reconocimiento de parte del informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación por su rol protagónico en la defensa de los Derechos Humanos en el Perú, durante el período (1980-2000). De otro lado, a raíz del debilitamiento del CONEP y finalmente ante su anuencia a la aprobación del artículo 50 de la Constitución Peruana de 1993 anteriormente mencionado, un grupo de iglesias no denominacionales vinculadas al sector neopentecostal, acusaron al CONEP de aceptar condiciones, sobre la igualdad religiosa, que no eran las más favorables para los evangélicos. Estas iglesias aspiraban lograr constitucionalmente, una situación de igualdad de privilegios con la Iglesia Católica. Ante esta situación las iglesias insatisfechas con el rol representativo del CONEP formaron, en 1993, la Unión de Iglesias Cristianas Evangélicas del Perú (UNICEP), en un clima de crisis institucional y enfrentamiento entre ambas organizaciones.

Con las crisis sufridas por el CONEP desde 1993 (su debilitamiento institucional, la pérdida de varias denominaciones evangélicas miembro, su profunda crisis financiera y la salida de varios de su líderes más representativos) todo esto ha llevado a que la presencia de liderazgos vinculados al mundo neopentecostal tengan una mayor fuerza y presencia tanto en las asambleas como en las Juntas Directivas elegidas al interior del CONEP. Es así que la última elección la presidencia de la Junta directiva haya recaído en Eduardo Concha, pastor de la Iglesia Agua Viva, una iglesia neopentecostal con muchas afinidades, a nivel de visión y estrategias, con el proyecto de UNICEP. En la práctica el copamiento neopentecostal del poder en ambas federaciones crea las condiciones para que en el 2023 ambos espacios sean la plataforma eclesial para las coordinaciones con el trabajo de los congresistas evangélicos anti-derechos y para que los neopentecostales obtengan una mayor presencia en los espacios de sociedad civil en los que participan, desde la defensa de una agenda pro vida y pro familia, teniendo en su horizonte teológico y político, la lucha contra la así llamada «ideología de género».

Material repartido por CONEP y UNICEP en un evento organizado por el congresista Alejandro Muñante, octubre 2022. Ahora entendemos mejor cuál es la nueva historia que ambas instituciones tienen por escribir.

2. La aventura política de los evangélicos

En el 2023, los evangélicos seguirán deslumbrados por las muestras de poder e influencia de los evangélicos políticos. Si bien en la actualidad no todos los evangélicos están de acuerdo con que los creyentes participen activamente en política, este grupo es cada vez más reducido. La discusión en la actualidad gira en torno a cómo debe ser la participación de los evangélicos en la política. Y en este caso, las opiniones son amplias y variadas.

Hay algunos sectores que estarían dispuestos a implantar una teocracia evangélica, en base a una lectura fundamentalista de la ley de Dios, siendo capaces de convertir los pecados personales en delitos civiles. Hay otro sector que durante el 2023 seguirá en aumento y que es más proclive a la defensa de los roles de la familia tradicional. Este grupo está abiertamente en contra del enfoque de género y la igualdad entre hombres y mujeres en la iglesia y la sociedad. Este sector pretende utilizar la política para la defensa de la visión y los intereses de las iglesias evangélicas, por lo cual, seguirá gozando de la aprobación de los sectores eclesiásticos evangélicos.

Pero además, en el 2023, se volverá más clara y más peligrosa para la democracia, la existencia de un sector político evangélico, más pragmático en cuanto a defender sus propios intereses y a sus aliados no evangélicos. Este sector usará en apariencia el discurso conservador y apelará a la moral evangélica para legitimarse, pero su principal pretensión serás asegurarse un espacio más estable dentro de la clase política, disfrutar de los beneficios de ser protagonista en la opinión pública y no tendrá escrúpulos para sostener alianzas políticas con sectores que participan de la corrupción y otros delitos, siempre y cuando éstos tengan una apariencia de lucha contra la así llamada «ideología de género». (Ver el concepto de «políticos antiderechos» en el trabajo de Amat y León & Condor, 2020, en: https://bit.ly/3GeZ7h3)

Este sector justificará sus alianzas ya no en base a la calidad moral de sus aliados, sino que estará dispuesto a minimizar las inconductas personales de sus colegas políticos o las violaciones de derechos humanos que se cometan, sobre el supuesto que solo Dios puede juzgar a sus ungidos (pastores o políticos) mientras que éstos afirmen una postura claramente pro vida y pro familia.

Congresista evangélico Alejandro Muñante, junto con otros miembros de su bancada.

3. El nuevo discurso eclesial: ser una iglesia relevante

En el año 2014 el pastor Robert Barriger, de la iglesia Camino de Vida (una de las iglesias neopentecostales más conocidas en el país) publicó un libro que se llama «La iglesia relevante» en el cual se brindan consejos sobre cómo producir el cambio del modelo tradicional de hacer la misión de la iglesia a un modelo más «moderno» y actualizado a las características culturales y las preferencias de consumo religioso de la juventud. De esa manera, piensa el autor, la iglesia se vuelve un modelo atractivo para la gente no evangélica y se vuelve una comunidad visible, irresistible, notoria y relevante. En síntesis, es un llamado a pasar -eclesialmente hablando- del mundo tradicional y rural, al mundo moderno y urbano:

«Hoy día encuentro esta curiosidad: en nuestra iglesia tenemos la posibilidad de llegar a muchos pueblos olvidados en la sierra alta del Perú. Ahí podemos ver lugares donde los padres y abuelos han practicado por generaciones las mismas costumbres y tradiciones. Se visten igual que sus antepasados de hace 500 años, trabajan sus cultivos tal y como sus padres, abuelos y antepasados lo hicieron. La mayoría son analfabetos, no tienen que leer ni escribir porque se levantan temprano para ir a trabajar en sus cultivos y regresan tarde a casa para dormir. Por otro lado, sus hijos tienen Facebook y se comunican por correo electrónico. Esto nos dice que las fronteras del mundo en la actualidad están cayendo».

Lo interesante del caso es que en el último desayuno del año, organizado por la Sociedad Bíblica Peruana , llamado «Ser iglesia en el año 2023», los tres conferencistas del evento (Concha, Scheelje y Bardales) desarrollaron de manera implícita y explícita, ideas relacionadas con el concepto de ser una iglesia relevante en el 2023, como pueden verlo en el siguiente video: https://bit.ly/3GfY2WC.

El objetivo es lograr visibilidad y prestigio a través del manejo de las adecuadas relaciones con el poder político, con el establecimiento de relaciones clientelistas con grupos poblacionales necesitados a quienes se puede deslumbrar con donaciones provenientes del exterior, dejando de lado tradiciones y prácticas evangélicas que no están más acorde con los tiempos contemporáneos y que más bien se convierten en un obstáculo cultural para la llegada de otros sectores sociales de mayor nivel social a las filas de los evangélicos, ahora convertidos en «cristianos a secas». Y es que muchas de estas iglesias prefieren referirse a sí mismas como iglesias cristianas, en lugar de utilizar el término «evangélicas», asociado a sectores rurales y pobres urbanos.

Eduardo Concha, presidente del CONEP, en conferencia «Ser iglesia en el año 2023», organizada por la Sociedad Bíblica Peruana (SBP).

«La visibilidad en este mundo es tan importante como la habilidad. En la actualidad no solo debemos tener habilidad sino también visibilidad. Ser visible para que la gente se dé cuenta de nosotros, para poner nuestro mensaje entre los cinco mil diarios que ellos ven, y que nuestro mensaje sobresalga para que se den cuenta del poder que tiene. Hoy día hay mucha «bulla» en el mundo, pero recuerda: nuestro mensaje puede ser admirado, observado y oído. La iglesia tiene que tener visibilidad»

Barriger, R. (2014). Una iglesia relevante.

Por lo cual creemos que en el 2023 las iglesias evangélicas, especialmente las consideradas como las mega iglesias de corte neopentecostal, pretenderán obtener una mayor aceptación por parte de la opinión pública haciendo uso de sus recursos humanos y materiales, con la intención de ampliar sus niveles de influencia, obtener reconocimiento del estado y otras instituciones, competir en la tutela moral del país con la iglesia católica y ser capaces de introducir los elementos de su agenda pública en la mayor cantidad de espacios posibles del estado y la sociedad civil.

Y estos sectores de la iglesia evangélica van a realizar esta acción como parte de su sentido misionero, movilizando a su feligresía a asumir una serie de compromisos para lograr la famosa relevancia, no solo como un elemento de prestigio social, sino como una manera de prevenir el avance del comunismo, el pensamiento progresista y la «ideología de género». La iglesia evangélica movilizará un espíritu de cruzada para «salvar» al Perú no solo espiritual o religiosamente, sino para «salvarlo» de caer en el gobierno de ideologías de izquierda, a las cuales se les identifica como la personalidad del mal a nivel político.

«La filosofía que yo prefiero seguir es esta: los cristianos somos sal y luz en la tierra; los cristianos debemos estar en esos lugares (música, TV, artes, política, etc.) para ejercer influencia. Y si Dios está ordenando a la iglesia cambiar, tenemos que cambiar. (…) Mi mentor, el doctor Edwin Louis Cole, dijo lo siguiente: «Cuando Dios ordena cambio, el cambio vendrá de arriba por revelación o de abajo por revolución. Pero siempre vendrá». Es mucho mejor, de hecho, cambiar a los líderes de arriba por una revelación que por una revolución. Pero si Dios ordena el cambio en la iglesia, es tiempo de cambiar.»

Barriger, R. (2014) Una iglesia relevante.

4. Una feligresía sumisa y otra insumisa

Diversos estudios realizados en el Perú (Oscar Amat y León & José Luis Pérez, 2020, 2021 y 2022) han demostrado que en materia electoral, por ejemplo, los evangélicos no votan en las elecciones generales según las consignas u orientaciones de los principales líderes pastorales de sus iglesias ni de sus operadores mediáticos. El voto evangélico, se ha concluido, es diverso y variado. A diferencia de otros países, en el mundo evangélico peruano no es totalmente cierto que «el hermano vota por el hermano».

Asimismo, en la encuesta aplicada a creyentes evangélicos en Ayacucho, Lima y San Martín, en el estudio realizado por (Amat y León & Condor, 2021) se comprobó que los miembros de la feligresía no opinan de la misma manera que sus pastores que participan en el Colectivo Con Mis Hijos No Te Metas, en temas como: el enfoque de género en educación, el derecho a decidir en las mujeres y la necesidad de la educación sexual integral en las escuelas. Según este mismo informe: «Es interesante notar que el 64% de la población encuestada cree que sí se debe enseñar Educación Sexual a los niños y niñas en los colegios. Sorprende que la población evangélica en su mayoría no haya internalizado el mensaje en contra de la enseñanza de la ESI en la escuela.»

Sin embargo, existe un amplio espectro de creyentes evangélicos que siguen las opiniones políticas y las orientaciones morales de sus pastores como si éstas fueran parte de la doctrina del cristianismo o del credo oficial de sus denominaciones. La pretensión de tener libertad de opinión sobre temas públicos en las iglesias evangélicas es un bien muy escaso. La espiritualidad de un creyente es medida, en la mayoría de ellas, en función del principio de obediencia a la autoridad pastoral, antes que, de la libertad de conciencia o del libre examen de las Escrituras.

Por tanto, en el 2023 aumentarán las tensiones entre sectores evangélicos a nivel de conflicto de mentalidades y choque de cosmovisiones; las cuales se expresarán en la toma de distancia de un sector evangélico pensante y dialogante, respecto de las líneas más autoritarias y fundamentalistas del liderazgo mayoritario evangélico. Un buen número de creyentes evangélicos, entusiasmados por el eje de la libertad cristiana y la lucha por la justicia, profundizarán en una búsqueda de la experiencia espiritual no institucional, procurando un seguimiento de discipulado radical, tomando distancia de las relaciones con las componendas políticas, la corrupción y la manipulación religiosa en sus propias iglesias.

Por otro lado, en el 2023, amplios sectores del fundamentalismo religioso radicalizarán las medidas a tomar contra el pensamiento divergente y promoverán el seguimiento del pensamiento único, como valor religioso. En síntesis, podemos decir, que en el próximo año tendremos una iglesia evangélica insumisa y minoritaria que será claramente diferenciada de una mayoría evangélica, sumisa a la hegemonía de su liderazgo pastoral.

5. La cruzada contra la «ideología de género»

Una de los grandes objetivos del sector evangélico vinculado con los colectivos y movimientos anti-derechos ha sido la creación de una agenda pública que pueda movilizar a los diferentes sectores del mundo evangélico. Esto implica movilizar: a la feligresía evangélica, a sus liderazgos pastorales, a las iglesias independientes no denominacionales, a las grandes denominaciones evangélicas, a los seminarios e instituciones de educación teológica, a los ministerios para-eclesiásticos, a las ONG de inspiración evangélica y a las federaciones y otras organizaciones que representan a los evangélicos a nivel de las regiones.

Esta tarea ha sido cumplida de manera exitosa por los fundamentalismos político-religiosos con la creación del miedo a la así llamada «ideología de género», el cual ha sido popularizado tanto por el mensaje de ciertos sectores de la iglesia católica, como de la mayoría de las iglesias evangélicas. Es así que estos grupos han identificado la perspectiva de género con el resurgimiento del terrorismo y de la subversión en el país; han introducido la idea de la existencia de un conflicto cultural en torno al postulado que afirma que «el género es una construcción social», y de esta afirmación han derivado los juegos mentales más macabros que supuestamente irían en contra de la identidad de las personas, la destrucción de la familia o la homosexualización de la niñez.

Algunos de estos sectores evangélicos promotores de la agenda anti-género, han tratado de traducir el miedo y el conservadurismo de gente de iglesia, pero también de la ciudadanía en general, para convertir estos dos elementos en réditos políticos personales para candidaturas y postulaciones a puestos públicos en base a presentarse como si estos personajes fueran defensores de la decencia pública, la moralidad cristiana o el ordenamiento patriarcal. Sin embargo, la política del miedo ha traído resultados electorales relativamente poco auspiciosos hasta la actualidad. No todos los candidatos que han enarbolado las banderas pro vida y pro familia han logrado el éxito que esperaban, pero otros sí lo han logrado.

Por todo ello, afirmamos que en el 2023, la agenda pública pro vida y pro familia procurará ser convertida en una cruzada religiosa por los políticos anti-derechos para instrumentalizar el capital religioso de las iglesias evangélicas en beneficio del fortalecimiento de sus propios liderazgos. Esta cruzada será aceptada por líderes evangélicos que intentarán usufructuar la crisis política del gobierno actual, convirtiéndose en referentes de moralidad pública, empleando terminología como «lucha contra la corrupción», «integridad» y «defensa de la democracia» para desacreditar a las organizaciones que promueven los derechos humanos, para criminalizar la protesta y para auto convocarse como mediadores de los conflictos sociales en el país.

6. La oportunidad de las iglesia evangélicas en el interior del país

El crecimiento evangélico en el Perú, a nivel cuantitativo, ha ido disminuyendo con el paso de los años. Las iglesias evangélicas crecen pero no al ritmo que se esperaba. La alternativa de un cristianismo espiritual y no institucional ha venido aumentando en los últimos años, hasta el punto de convertirse en la gran tendencia estadística entre las preferencias religiosas de la población en un contexto de post pandemia.

El mundo evangélico en el interior del país que había sido un bastión de crecimiento y base social para las grandes denominaciones en el siglo xx, el día de hoy se encuentra en una profunda crisis de definiciones. Por un lado, existe un liderazgo evangélico urbano en las provincias, que intenta sin mucho éxito asimilar o copiar el modelo neopentecostal de ser iglesia, trata de seguir el paso de las tendencias provenientes del evangelicalismo limeño y se da cuenta que sus esfuerzos encuentran resistencia en tradiciones culturales andinas y amazónicas que son una resistencia a la fácil asimilación de los valores que éstas intentan promover.

De otro lado, existe un mundo rural evangélico aislado de los circuitos misioneros «modernizantes». Este mundo rural ha sido descuidado y desatendido por los liderazgos denominacionales, que desde Lima ejercen el gobierno de las iglesias. Es así que algunos elementos de la cultura popular andina y amazónica se han fusionado en el interior del país con la herencia evangélica produciendo signos de una nueva cultura popular y religiosa, que resalta la práctica de los elementos comunitarios, la solidaridad, la búsqueda del bien común y la afirmación de la justicia.

Este mundo evangélico provinciano ha sido reconocido por el informe de la CVR como un factor de resistencia a la presencia de Sendero Luminoso en el conflicto armado y cuya acción heroica ha sido estudiada por el antropólogo Ponciano del Pino, en su trabajo Las rondas campesinas y la derrota de Sendero Luminoso (1996). Sin embargo, este sector evangélico provinciano es resistente muchas veces a los avances de los derechos sexuales y reproductivos, el enfoque de género y la lucha para erradicar la violencia contra la mujer.

Al mismo, tiempo la población juvenil, especialmente las jóvenes mujeres, así como las/los nuevos estudiantes de teología son dos sectores que en el 2023 marcarán una diferencia en la construcción de una manera de pensar más abierta y más favorable a la defensa de los derechos humanos. Para esto será necesario fortalecer la presencia de una educación teológica de calidad en las regiones, la popularización de programas de estudio en ciencias de la religión y la divulgación masiva de herramientas de educación popular para el estudio crítico de las Escrituras a través de redes sociales, a fin de reducir el avance de la influencia del fundamentalismo en las regiones. Asimismo, será necesario contar con una estrategia de encuentros pastorales regionales que impidan que los sectores anti-derechos coopten estos espacios, que por ahora todavía les son ajenos.

7. La atomización de los sectores «progresistas»

La iglesia evangélica en el Perú, desde la llegada de los primeros misioneros en el país en el siglo xix, tiene una larga historia de construcción de relaciones con sectores políticos y sociales a los que podríamos denominar «progresistas», en los inicios de la vida republicana esto se expresó en la formación de alianzas con sectores políticos liberales y anticlericales, en la búsqueda de la expansión de derechos civiles, entre los que se encontraba la libertad religiosa en el Perú.

Luego en el Perú de fines del siglo xix hasta mediados del xx, que luchaba por dejar de ser una república aristocrática, las iglesias evangélicas optaron por respaldar las protestas del movimiento indígena, los movimientos sociales de obreros y campesinos, así como a los nuevos partidos políticos revolucionarios, como el partido aprista de aquel entonces, liderado por Víctor Raúl Haya de la Torre, un joven político que mantuvo una relación amical muy fuerte con el misionero presbiteriano escocés John A. Mackay, de quien recibió apoyo en un período de la historia en el que era común que los colportores o vendedores protestantes de de literatura evangélica llevaran en su equipaje, en la parte superior, los textos bíblicos a vender y debajo de ellos, ejemplares del diario La Tribuna aprista para su distribución.

En la época de la violencia política en el Perú (1980-2000) los evangélicos vinculados al Concilio Nacional Evangélico del Perú, diversos jóvenes teólogos y profesionales del movimiento estudiantil evangélico, así como muchas comunidades eclesiales en el interior del Perú contribuyeron activamente en el proceso de pacificación y defensa de los derechos humanos en el país construyendo un rostro público mucho más progresista ante la opinión pública, el cual muchas veces fue resistido como poco espiritual por los propios líderes evangélicos denominacionales, que creían ver en las acciones proféticas de este sector de la iglesia, una tendencia orientada hacia la izquierda política en el Perú.

«Cuando la violencia se tornó más sangrienta, en el período que el PCP-SL denomina del «equilibrio estratégico», los pastores de estas zonas consideraron que, consecuentemente con su misión religiosa, debían asumir una postura de defensa de la dignidad del ser humano. Esta convicción les permitió enfrentar abiertamente al PCP-SL. Su discurso religioso, que señalaba que por ser la vida creación de Dios, ésta no debía ser eliminada, marcó un hito importante en el procesamiento y respuesta de las congregaciones evangélicas rurales frente a la violencia política, frenando así la prédica del PCP-SL.

Para las iglesias metropolitanas, que cuentan con una mayor estructura organizacional y de recursos, la violencia era interpretada como la ausencia de Dios en el corazón de los hombres, primando como praxis la proclamación verbal del Evangelio para alcanzar la misericordia de Dios para nuestro país. Los condicionantes sociales y políticos no formaron parte de su lectura para entender la violencia política, y ésta fue interpretada desde una espiritualidad divorciada de su contexto social.

Caleb Meza, [director del CONEP en ese entonces] en una entrevista concedida para estos propósitos, señala que: […] con temor y vergüenza […] cuando presentaba los problemas de las iglesias rurales a los líderes denominacionales, la respuesta de ellos era: «Si les pasa algo, por algo será», «El Señor sabe por qué hace las cosas». No estaban muy convencidos que el sufrimiento del campo era injusto. De otro lado, los hermanos del campo tampoco estaban para quejarse, debían resolver sus problemas. Es posible también que el CONEP no haya jugado un rol de interlocutor válido, por no tener la autoridad de no vivir en la zona, de ser muy jóvenes para afrontar a los líderes mayores de las denominaciones. No nos tomaron muy en serio por ser jóvenes o
porque nos tildaban de rosados o comunistas».

Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Tomo III, capítulo 3.

El giro institucional hacia la derecha política por parte de los organismos evangélicos y de los liderazgos pastorales es un fenómenos relativamente reciente en la historia de la iglesia en el Perú. Este hecho tuvo su origen en la crisis institucional del CONEP de los años 90, en el apoyo de los evangélicos al fujimorismo en esos mismos años y en el surgimiento de una vanguardia pastoral conservadora vinculada a la Fraternidad Internacional de Pastores Cristianos (FIPAC) que asumió como bandera política la lucha contra la así llamada «ideología de género» durante el siglo xxi.

El pastor y líder político Humberto Lay y el ex dictador Alberto Fujimori: con ellos se inició el proceso de participación política conservadora de los evangélicos en Perú.

A partir de allí se inició en el Perú una persecución pastoral hacia los liderazgos evangélicos que tenían una visión más progresista y ecuménica en la teología y en la política. Líderes religiosos progresistas fueron amenazados o prohibidos de enseñar en seminarios e instituciones teológicas, perdieron sus pastorados al interior de sus comunidades de fe; sufrieron la contracción o el cierre de los fondos de la cooperación internacional y el financiamiento externo; muchas de las ONGs de inspiración evangélica que sostenían proyectos de defensa de derechos humanos empezaron a competir cada vez más entre ellas por fondos cada vez más escasos y reducidos. Algunos líderes evangélicos progresistas al ver en riesgo su propia situación económica, personal y familiar, ofrecieron sus servicios de asesoría a proyectos evangélicos más conservadores o cambiaron su membresía religiosa a denominaciones evangélicas más conservadoras, para poder subsistir. De esta manera el movimiento evangélico progresista se vio atomizado y debilitado frente a la consolidación del poder del sector fundamentalista y conservador en el mundo evangélico durante buena parte del siglo xxi.

Según el investigador José Luis Pérez Guadalupe (2018), existe en el mundo evangélico «una tendencia fisípara y un ADN atomizador» que bien se podría aplicar a la condición de los liderazgos evangélicos de tipo progresista. Existe entre ellos una comunidad de ideales compartidos; sin embargo, los celos, las rivalidades, los personalismos y la competencia por encima de la cooperación, son vicios que debilitan la eficacia de su intervención e influencia social.

Por todo ello, podemos afirmar que en el 2023, los liderazgos evangélicos progresistas enfrentarán la alternativa de cooperar activamente entre sí, superando sus rivalidades internas o perderán la poca eficacia social que aun mantienen, frente al sentido de unidad institucional mostrado por las organizaciones fundamentalistas y antiderechos.

De la misma manera, en el 2023, las organizaciones de carácter secular que defienden los derechos humanos, incorporarán a los actores progresistas religiosos y sus discursos teológicos críticos en su estrategia para enfrentarse a los fundamentalismos político-religiosos, ante la opinión pública y el estado; desterrando paulatinamente la idea de que todo el cristianismo es esencialmente fundamentalista y anti-derechos. Asimismo, promoverán la idea del Perú como un país intercultural donde las personas puedan tener la libertad de decidir si desean o no seguir el camino del ateísmo, la religión o la espiritualidad sin ser discriminados por razones de conciencia; de otro lado, establecerán que el problema del fundamentalismo no está en la mera referencia al texto bíblico en sí, sino en la interpretación que a éste se le otorgue, recuperando el poder liberador del mensaje cristiano, despojándolo de su ropaje tradicional de defensa del orden social y patriarcal.

Las condiciones para seguir a Jesús

Reflexiones sobre el Podcast «La Otra Lectura del Evangelio» de Jesús Peláez: https://www.youtube.com/watch?v=J0Y8pmlHz0c

1. Más católicos en el mundo, pero ¿más o menos discípulos?

«A partir de 2018, hay dieciséis millones más de católicos en el mundo. En total había mil trescientos cuarenta y cinco millones de católicos registrados a finales de 2019, es decir, el 17,7% de la población mundial.»

«Los datos son concluyentes: la religión católica tiene un fuerte predominio en nuestro mundo actual. Claro que las estadísticas son del número de bautizados… Estas cifras no nos dicen cuántos de los bautizados cumplen en sus vidas con las condiciones que Jesús pide a sus seguidores. De esto, ciertamente, no tenemos -ni tal vez podamos tener- estadísticas. Menos mal. Pues así como el número de católicos ha aumentado en el mundo, tal vez no podamos decir que ha aumentado el número de seguidores de Jesús.»

2. ¿Es lo mismo ser católico, que ser cristiano?

«Y es que para ser católico -que no es igual que ser cristiano o seguidor de Jesús de Nazaret- la Iglesia exige en realidad muy poco. Por lo común, se bautiza a los niños recién nacidos, y apenas se exige nada a sus padres; todo lo más, la asistencia a unas charlas preparatorias del acto del bautismo y el vago compromiso de actuar en cristiano, educando al niño según la Ley de Dios y de la Iglesia.»

Otra vez nos encontramos con una discusión que más allá de los asuntos semánticos, tiene profundo significado teológico: ser católico (o evangélico), ser cristiano y ser discípulo, ¿cuándo se volvieron cosas tan diferentes y, en algunos casos, tan opuestas?

«Sin embargo, esto no era así al principio. Para ser cristiano, o lo que es igual, discípulo y seguidor de Jesús, este ponía unas duras condiciones que llevaban a pensárselo seriamente a quien quería ser su discípulo. Pocos seríamos cristianos si, para ello, tuviéramos que cumplir a raja tabla las tres condiciones exigidas por Jesús a sus discípulos:

3. Lo que cuesta seguir a Jesús

Primera condición: Jesús tiene la prioridad

“Si uno quiere ser de los míos y no me prefiere a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a sí mismo, no puede ser discípulo mío” (Lc 14,26). Para el evangelista Lucas, el discípulo debe subordinarlo todo a la adhesión al maestro o, lo que es igual, a creer en él. Si en el propósito de instaurar el reinado de Dios, Evangelio y familia entran en conflicto, de modo que ésta impida la implantación de aquél, la adhesión a Jesús tiene la preferencia. Jesús y su plan de crear una sociedad alternativa al sistema mundano están por encima de los lazos de familia. En otro lugar dice el evangelista Lucas que “llegó su madre con sus hermanos, y, quedándose fuera, lo mandaron llamar. Una multitud estaba sentada en torno a él. Le dijeron: -Mira, tu madre y tus hermanos te buscan ahí fuera. Él les replicó: -¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? Y, paseando la mirada por los que estaban sentados en corro en torno a él, dijo: -He aquí mi madre y mis hermanos. Quienquiera que lleve a efecto el designio de Dios, ese es hermano mío y hermana y madre”.

«En este texto se da un claro contraste entre la familia de Jesús que se queda fuera y los que están sentados en corro en torno a él, esto es, los que creen en él y se han adherido a su enseñanza. La madre y los hermanos representan en este pasaje al antiguo Israel del que procede Jesús y a los judíos de su comarca. Jesús no sale fuera, sin embargo, sino que se vuelve a los que están sentados en torno, indicando que va a crear una nueva familia, independiente de la raza que sean, o del pueblo al que pertenezcan, formada por “quienes cumplen el designio de Dios”, o lo que es igual, quienes se adhieren a su estilo de vida. Jesús no se considera vinculado a su pueblo (madre, hermanos) que rechaza el mensaje (“que están fuera y que quieren que salga del círculo de seguidores”), sino a cualquiera que le dé su adhesión.»

«Con anterioridad a esta escena dice el evangelista que “fue a casa, y se reunió de nuevo tal multitud de gente que no podían ni comer. Al enterarse los suyos se pusieron en camino para echarle mano, pues decían que había perdido el juicio” (Mc 3,21). Y también los letrados decían de Jesús: “Tiene dentro a Belcebú” (Mc 3,22) y más adelante: “Es que iban diciendo: -Tiene un espíritu inmundo” (Mc 3,30). Para el antiguo Israel, que rechaza a Jesús, este se identifica con Satanás. De esa misma idea participan sus discípulos a lo largo del evangelio en el que Jesús llega a llamar a Pedro nada menos que “Satanás”, al que era representante del grupo de los doce, pero partícipe de la doctrina oficial de los fariseos” (Mc 8,33).

Segunda condición: cargar con la cruz

“Quien no carga con su cruz y se viene detrás de mí, no puede ser discípulo mío” (Lc 14,27). Cargar con la cruz se ha entendido como aceptar las dificultades de la vida con resignación, e incluso en sentido más positivo, sacrificarse por los demás. Pero no se trata de hacer sacrificios o mortificarse, que se decía antes. No. Se trata simplemente de aceptar que la adhesión a Jesús conlleva la persecución por parte de la sociedad, persecución que hay que aceptar y sobrellevar como consecuencia del seguimiento. Por eso hay que pensárselo seriamente antes para no hacer el ridículo. “Ahora bien, si uno de vosotros quiere construir una torre ¿no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? Para evitar que, si echa los cimientos y no puede acabarla, los mirones se pongan a burlarse de él a coro, diciendo: -Este empezó a construir y no ha sido capaz de acabar-. Y si un rey va a dar batalla a otro, ¿no se sienta primero a deliberar si le bastarán diez mil hombres para hacer frente al que viene contra él con veinte mil? Y si ve que no, cuando el otro está todavía lejos, le envía legados para pedir condiciones de paz.” No hay que precipitarse. Hay que sopesar las fuerzas a la hora de decidir hacerse discípulo suyo.»

Tercera condición: renunciar a lo que tiene

«Por si fuera poco dar la preferencia más absoluta al plan de Jesús y estar dispuesto a sufrir persecución por ello, el evangelio continúa: “Esto supuesto, todo aquel de vosotros que no renuncia a todo lo que tiene, no puede ser discípulo mío.” Casi nada. Así como suena. Renunciar a todo lo que se tiene es condición para ser discípulo de Jesús, pues esta renuncia es el camino idóneo para poner fin a una sociedad injusta en la que unos acaparan en sus manos los bienes de la tierra que otros necesitan para sobrevivir. Sólo desde el desprendimiento se puede hablar de justicia, sólo desde la pobreza se puede luchar contra ella. Sólo desde ahí se puede construir la nueva sociedad, el reino de Dios, erradicando la injusticia de la tierra.»

Para quienes quitamos con frecuencia lo que incomoda del Evangelio, para quienes nos gustaría que las palabras y actitudes de Jesús fuesen menos radicales, leer estos textos resulta muy duro, pues el Maestro nazareno es tremendamente exigente.

«Las condiciones que exige Jesús a sus seguidores, no obstante, son formulaciones extremas, representan la utopía, la meta a la que hay que tender. Pero, de hecho, se comienza a ser seguidor de Jesús cuando uno se pone en el sendero que conduce a la meta. No debe cundir, por tanto, el desánimo. Antes bien, de cada uno de nosotros depende dar los pasos necesarios para alcanzar la meta, aunque nos lleve toda una vida. En esto consiste realmente ser cristiano o seguidor de Jesús, algo realmente muy distinto de ser católico o estar bautizado, sin más compromiso.»

4. Preguntas para la reflexión

  • ¿Dónde se nos ha quedado la utopía en la conciencia eclesiástica? ¿Con que otros proyectos religiosos hemos reemplazado el horizonte exigente del proyecto de Jesús?
  • ¿Cuál es el compromiso que perseguimos al identificarnos con una organización eclesial?: ¿traer más gente, entregar todo nuestro tiempo y recursos a la organización, hacer «carrera» dentro de la Iglesia, llenar nuestro vacío personal?
  • ¿Qué sentido tiene ser parte de una Iglesia si no se asume el compromiso del seguidor y el horizonte utópico y transformador del proyecto cristiano? ¿Podrá acaso una fe como esa, salvarnos?

Un cristianismo indignado

Juan José Tamayo

Publicado originalmente por Juan José Tamayo, en Religión Digital: https://bit.ly/45HEW9P Conferencia pronunciada en el Foro Espiritualidad, Democracia y Ciudadanía. Guatemala – 21 de agosto de 2025

El Movimiento de los Indignados, nacido en la emblemática Puerta del Sol de Madrid el 15 de mayo de 2011 y muy pronto extendido por todo el mundo, fue un fenómeno que cambió las preguntas a los diferentes poderes políticos, económicos, incapaces de proponer alternativas para resolver la crisis provocada por el mundo de las finanzas tres años antes, que, como todas las crisis, la pagaron los sectores más vulnerabilizados. También cambió las preguntas a las religiones y a no pocos teólogos cristianos acostumbrados a ofrecer respuestas del pasado a problemas del presente.

A las nuevas preguntas planteadas por aquel movimiento hace catorce años pretende responder un cristianismo radical que reformula la figura de Jesús de Nazaret dándole un nuevo título que creo responde mejor a la vida, mensaje y práctica de Jesús el Galileo que otros títulos que se le han aplicado hasta negar su humanidad: Indignado.

La indignación y la resistencia de Jesús fueron las prácticas revolucionarias durante su actividad pública, tanto en el terreno religioso como en el político, ambos inseparables en una teocracia, el criterio ético que guió su vida y la clave hermenéutica que explica su trágico final. Vamos a verlo a continuación en seis escenarios de su vida y de su actividad pública, que constituyen el referente para el cristianismo actual en las nuevas coordenadas históricas.

1. Indignado con la religión oficial

Los evangelios oponen dos interpretaciones de la religión. Una es la legalista, que se traduce en estricto cumplimiento de la letra de la ley sin atender al espíritu y desemboca en ortodoxia. Otra es la humanista, que busca la liberación de las esclavitudes a las que los poderes someten a los seres humanos. Lo que está en juego en ambas interpretaciones es el lugar y la función de la religión en la sociedad y la actitud ante la ley. 

La actitud de Jesús fue de indignación con la religión oficial y sus intérpretes, que anteponían el cumplimiento de la ley al derecho a la vida e incitaban a la venganza en vez de llamar al perdón. Cuando estaba en juego la vida, la libertad y la salud de las personas, infringió las leyes judías del ayuno y del sábado y justificó que sus discípulos las incumplieran.

Comió con pecadores y publicanos y ante el escándalo de los bien-pensantes de aquella sociedad por tan heterodoxo comportamiento, les explicó su gesto. La comida con gente descreída y excluida era el ejemplo visible de la presencia de Dios entre los marginados, la prueba de que la salvación no llegaba a quienes se creían justos, sino a los que transgredían la ley. Mayor escándalo e indignación todavía provocó al afirmar que las prostitutas precederían a los escribas y fariseos en el Reino de los cielos. Colocó en el centro del nuevo movimiento igualitario la práctica de las Bienaventuranzas, carta magna de la nueva sociedad.

Osó corregir la ley mosaica, eliminando su lado violento y vengativo (Mt 5,38) y poniendo en el centro la práctica del bien y del amor a todas las personas. Se opuso a la venganza y abogó por el perdón y la reconciliación. Rechazó el odio a los enemigos y llamó al amor.

Uno de los pilares en que se sustentaba la religión de Israel era el código de pureza, que Jesús transgrede y considera una trampa para no cumplir con los más elementales deberes humanos como la atención y el sustento a los padres (Mc 7,10-12). En el planteamiento moral de Jesús hay un desplazamiento del concepto y de la práctica de la santidad: de la pureza legal a la ética de la projimidad, ejemplificada en el Buen Samaritano y en su moraleja: “vete y haz tú lo mismo”.

2. Indignado con las autoridades religiosas

Las autoridades religiosas vivían una escisión entre la realidad y la apariencia. Su actitud no podía ser más hipócrita: decían y no hacían, absolutizaban la Torá e imponían al pueblo cargas legales que ellos mismos no cumplían. Daban constantemente muestras de ostentación y buscaban el reconocimiento de la gente a través de gestos altivos. Les encantaba pasearse con amplios ropajes y ser reverenciados en las plazas. Les gustaba ocupar los primeros puestos en los banquetes y en la sinagoga.    

Jesús les acusa de una profunda ruptura entre interior y exterior, labios y corazón, culto y justicia. Lo pone de manifiesto Jesús citando al profeta Isaías: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que dan es inútil, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos” (Is 29,13). Amén de la referida ruptura, se subraya la sustitución de la palabra de Dios, que humaniza, por las tradiciones humanas, que oprimen la conciencia. Un ejemplo de tal suplantación es ofrecer al templo como donativo lo que debería darse al padre y a la madre para su sustento.

La actitud hipócrita de las autoridades religiosas es una clara discrepancia entre lo establecido por la ley y su actuación. Las acusa de corrupción: “devoran las casas de las viudas” (Mt 12,40). Tal comportamiento resultaba inmoral. Pero hay más: se establece una estrecha relación entre el expolio a las viudas y el cumplimiento de la práctica religiosa. Los largos rezos sirven de “pretexto” para extorsionar económicamente a las viudas.

Les echa en cara su dureza de corazón, provocada por el legalismo, que torna a las personas insensibles al sufrimiento ajeno, impide el amor a las personas necesitadas y dificulta la solidaridad. La autosuficiencia es otra de las críticas que Jesús dirige a los guías religiosos de Israel. La parábola del fariseo y del publicano retrata perfectamente su autosuficiencia, que desemboca en elitismo (Lc 18,9-14).   

Pero quizá la mayor crítica que Jesús les dirige es la falta de autoridad doctrinal y moral de la que presumían y la falsedad de su magisterio. Más aún, las desacredita y desautoriza. No le merecen el menor respeto.

3. Indignado con el poder económico

La acumulación de bienes fue uno de los motivos más importantes de la indignación de Jesús, convencido como estaba de la incompatibilidad entre servir a Dios y al dinero, de que toda riqueza es injusta y se convierte en un medio de dominación y de opresión de las minorías opulentas contra las mayorías populares. El apego a la riqueza es tan fuerte que las personas ricas no atienden a razones ni divinas ni humanas.

Jesús cuestiona las raíces materiales y religiosas –generalmente unidas- de la exclusión y luchó por erradicarlas. Se pone del lado de los grupos marginados social, política y religiosamente: publicanos, pecadores, prostitutas, personas enfermas, paganas, samaritanas y gente considerada “de mal vivir”. Era en su compañía como se encontraba más a gusto. Era compartiendo mesa con dichas personas como se sentía feliz.

4. Indignado con el poder político

La indignación de Jesús subió de tono en el enfrentamiento con los poderosos, a quienes acusó de opresores, y con la tiranía que imponía Roma a su pueblo. Precisamente la condena a muerte de Jesús, y muerte de cruz, dictada y ejecutada por la autoridad romana, fue la consecuencia lógica de la indignación con el poder político, a quien negaba legitimidad, y contra el Imperio, a quien consideraba invasor. El reino de Dios que él anunciaba constituía el mayor alegato contra el Imperio, como ya expuse en el capítulo dedicado al cristianismo contrahegemónico.

Jesús mantuvo permanentes choques, directos o indirectos, con las autoridades políticas. Conflictiva fue su relación con Herodes Antipas, quien asociaba a Jesús con Juan Bautista. Herodes temía que el pueblo, amotinado por el Bautista, se levantara contra él. Por eso mandó ejecutarlo. El mismo temor sentía hacia Jesús, a quien le llega un recado de que abandone el territorio de Tiberíades porque Herodes quería matarlo. Pero Jesús no se pliega ante la amenaza herodiana. Más bien hace frente a Herodes llamándole “don nadie” (Lc 13,32) y sigue su camino.

En un sistema teocrático, religión y política son inseparables. En el modelo imperial de dominación romana se daban conexiones estrechas entre las instituciones religiosas y las políticas. Uno de los momentos de mayor tensión en el enfrentamiento con los autoridades religiosas y políticas fue el de la actividad de Jesús en torno al templo de Jerusalén, y más en concreto, la escena de la -mal llamada- “purificación del templo” (Mt 21,12-17; Mc 11,15-19; Lc 19.45-48).

5. Indignado con el patriarcado 

Jesús mostró su indignación con la sociedad y la religión patriarcales de su tiempo. El cristianismo histórico ha mantenido oculta esa actitud durante muchos siglos, con más empeño incluso que las indignaciones antes descritas, ya que las iglesias cristianas han elaborado una cristología androcéntrica y se han configurado patriarcalmente. Tampoco la exégesis descubrió esa indignación ya que ha operado, hasta muy recientemente, con métodos histórico-críticos consciente o inconscientemente misóginos.

Jesús denunció las múltiples marginaciones a las que eran sometidas las mujeres por la religión y la política, se opuso a las leyes que las discriminaban (lapidación por adulterio, libelo de repudio) y las incorporó a su movimiento en igualdad de condiciones que a los varones y con el mismo protagonismo, como expuse en el capítulo dedicado al cristianismo comunitario fraterno-sororal. El movimiento de Jesús comenzó precisamente en Galilea en el seno de un grupo de mujeres emancipadas del patriarcado, que lo acompañaron hasta el momento trágico de su crucifixión y fueron las primeras testigos de la experiencia de la Resurrección, que dio origen a la Iglesia cristiana. Fue en el movimiento de Jesús donde ellas recuperaron la dignidad que les negaba la religión oficial, la ciudadanía que les negaba el Imperio y la libertad que les negaban sus conciudadanos varones.

6. Indignado con Dios

Fue sin duda la indignación más dolorosa, la que más desgarro interior le provocó y la que puso a prueba su fe y su esperanza. Jesús se había dirigido a Dios con plena confianza y familiaridad llamándole cariñosamente Abba. Le experimentaba como una persona de quien podía fiarse plenamente. Dios era el centro de su vida, el horizonte de su proyecto liberador, el sentido de su existencia. Pero no el Dios lejano, sino el Dios de la esperanza, compasivo, abogado de la gente empobrecida. Nada había que lo separara de él.

Sin embargo, llegado el momento de la prueba y de la persecución en Getsemaní, Jesús siente pavor, angustia, una profunda tristeza, y vuelve a dirigirse a Dios con la misma confianza con que lo había hecho antes, para comunicarle el terrible trance por el que estaba pasando y la crisis de sentido que le rondaba. Es en ese momento en el que el conflicto con Dios se muestra en toda su radicalidad. Le pide cuentas a Dios por no estar de su lado cuando le llega el agua al cuello.

Estando en la cruz, le expresa su más profunda decepción y lanza un grito de protesta y de angustia: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mc 15,34). Le pide cuentas por haberle abandonado. La crisis de fe y de esperanza había tocado fondo. En ese momento, al decir de Jürgen Moltmann, “sintió desesperación”.

Esa es la gran paradoja del Dios cristiano: cuando se le siente cerca, parece alejarse; cuando se recurre a él, da la impresión de que no escucha; cuando se le busca, parece que nunca se le encuentra. Y viceversa: habla en el silencio, acompaña en el camino sin ser visto. Es solidario en la distancia. Jesús también experimentó esa paradoja en su relación con Dios.

Estas manifestaciones de la indignación de Jesús de Nazaret a lo largo de su actividad pública con Dios, los poderes económicos, políticos, religiosos, patriarcales, y con quienes los detentaban constituyen un desafío para los cristianos y cristianas de hoy, pero también para las ciudadanas y los ciudadanos indignados con causa. Y no para sacralizar la lucha de los Indignados, sino para sumar fuerzas y razones a favor de la indignación contra las injusticias de nuestro mundo, generadas por la religión del mercado, que ha sometido a su tiranía a la religión, la política, la economía, la ética, y hasta la conciencia de no pocos ciudadanos y ciudadanas.

La convergencia de voces, manos, voluntades, utopías, proyectos emancipatorios y sueños “despiertos” puede liberar del fatalismo histórico, que atenaza hoy a la humanidad, y deja abierta la puerta a la esperanza de “otro mundo posible”. Porque no todo está perdido. ¡Hay alternativas! Y la indignación de Jesús y de sus seguidores y seguidoras puede contribuir a su búsqueda.

¿Son pocos los que se salvan?

Selección de textos de Rafael García Avilés, tomados de la página web “Llamados a ser libres”: www.rafaelj.net con listas de comentarios de Oscar Amat y León.

Lectura: Lucas 13: 22-30 NVI

22 Continuando su viaje a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. 23 —Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno. 24 —Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —contestó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. 25 Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, ustedes desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “¡Señor, ábrenos!”. Pero él les contestará: “No sé de dónde son ustedes”. 26 Entonces dirán: “Comimos y bebimos contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas”. 27 Pero él les contestará: “Les repito que no sé de dónde son ustedes. ¡Apártense de mí, todos ustedes hacedores de injusticia!”. 28 »Allí habrá llanto y crujir de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera. 29 Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, y participarán en el banquete en el reino de Dios. 30 En efecto, hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos.

CUATRO COSAS BIEN DICHAS:

  1. ¿Son pocos los que se salvan?

            «Por culpa de equivocadas respuestas a esta pregunta, muchos creyentes han vivido angustiados en los últimos dos mil años, y esa angustia les ha impedido gozar de la alegría de la salvación: el miedo al castigo eterno y la imagen de un Dios justiciero y vengativo les han impedido gozar de la dicha de saber que Dios es un Padre bueno que no es capaz más que de hacer el bien a sus hijos.»

  • Pululan los creyentes angustiados, incapaces de disfrutar de la alegría de la salvación y, por tanto, derramando aprensión como estilo de vida entre las personas que les rodean.
  • Se manifiestan como gentes con problemas de confianza para efectuar acciones en la realidad y, por tanto, generan inseguridad y temor entre quienes les rodean.
  • Son personas con miedo y temor de naturaleza religioso porque piensan que la mejor manera de ser buenos creyentes es tener la imagen de un ser controlador al lado suyo, que está verificando constantemente sus errores y fallas, al cual, en el momento que le dejen de complacer los va a descartar como un vaso desechable.

2. ¿Dónde está la salvación?

«La salvación, como el reino de Dios, no es una realidad perteneciente a la otra vida, al más allá, que sólo se puede alcanzar después de la muerte; la salvación del hombre consiste en participar de la vida de Dios, por lo que, desde el momento en que una persona acepta la fe en Jesús y se incorpora a la comunidad cristiana, recibe el Espíritu y puede llamar a Dios «Padre», desde ese mismo momento puede decir que ya está salvado.»

  • Los discursos religiosos tradicionales nos preparan tanto para la otra vida que terminamos perdiendo de vista la vida que nos ha tocado vivir.
  • Como consecuencia de ello, no solo desperdiciamos el tiempo que tenemos, sino que nos volvemos irrelevantes para el aquí y el ahora. No se puede contar para mucho con estas personas porque andan enfocados en la vida del «más allá».
  • De esta manera hemos pervertido la idea vital de salvación, en un principio de adormecimiento o de justificación de la inacción pensando que lo importante no es lo que pasa en la realidad, sino solo en «el otro mundo».

3. La famosa «puerta estrecha»

«El proyecto de Jesús, construir un mundo de hermanos, es una empresa capaz de entusiasmar a cualquiera; pero el entusiasmo, por sí solo, no basta; es necesario el esfuerzo, el compromiso personal con el proyecto de Jesús y la voluntad firme de asumir los riesgos que supone ponerse en el camino para seguir sus pasos.»

  • La renuncia al seguimiento del proyecto de Jesús (es decir, «el compromiso personal con la apasionante pero dura y conflictiva tarea de convertir este mundo en un mundo de hermanos» y hermanas) es una de las claves de la pérdida de vigencia de las iglesias en el mundo. Hemos reemplazado lo importante de la acción transformadora de Jesús por un desarrollo de programas eclesiales que intentan justificar la existencia de las iglesias y sus liderazgos. Imperios nada cristianos se siguen construyendo sobre la base de la traición al proyecto de Jesús.
  • Las iglesias comprometen a sus seguidores a trabajar para las instituciones religiosas, construyendo sus propios reinos en este mundo, y los seguidores terminan comiéndose el cuento para terminar -al final de sus días- dándose cuenta del engaño y, trasladando injustamente, la responsabilidad de su frustrada vida a la fe cristiana o a Dios mismo.
  • Otros y otras sí comprenden las implicancias del proyecto de Jesús, sin embargo, los riesgos que éste trae consigo: el llamado al cambio de vida, la pérdida de poder o de popularidad, la renuncia a ciertos beneficios, o las presiones que reciben de parte de los poderosos de este mundo, generan cobardía. En estas gentes más puede la comodidad que el atreverse a gastar e invertir la vida.
  • El cuento de la «puerta estrecha» termina siendo la clara llamada de muchos líderes religiosos a concentrarse en una espiritualidad desencarnada y desentendida respecto de los problemas reales de este mundo, que son los que Jesús quiere enfrentar con su proyecto del Reino de Dios.

4. El requisito o condición necesaria: la práctica de la justicia

            «Por eso, la puerta se mantendrá abierta a todos menos a los que practican la injusticia. La cuestión parece clara. Construir un mundo en el que todos seamos hermanos debe realizarse sobre una base previa: la práctica de la justicia. La fraternidad es la meta final; la implantación de justicia es una condición absolutamente necesaria, porque no puede haber salvación donde no hay justicia, no puede haber hermandad si las relaciones humanas no se fundan en el respeto a los derechos inalienables de las personas.»

  • La puerta es estrecha, pero todos y todas pueden entrar, con una condición: la búsqueda de la práctica de la justicia. Porque no puede haber comunidad fraternal ni sororal que no se base en la búsqueda de la justicia. No confesarlo así es una contradicción con la naturaleza de la práctica de Jesús.
  • Donde no hay práctica de la justicia, no hay proyecto de Jesús y tampoco hay salvación. Fuera de la justicia, no hay salvación. Puede haber instituciones religiosas, puede haber música, espectáculo y estridencia religiosa, pero no hay salvación.
  • Y la práctica de la justicia se relaciona concretamente con el respeto de los derechos y la dignidad humana. Allí donde campea el autoritarismo, la arbitrariedad, la impunidad, la violencia que viene del mal ejercicio del poder, las prebendas y beneficios personales, la vigencia de la corrupción, tantas veces bendecida por los líderes religiosos de nuestro tiempo, en todos estos casos, hasta pueden llamarse «iglesias», pero no hay salvación.

REFLEXIÓN FINAL:

«No. No basta con pertenecer a una organización que se llame cristiana. No es suficiente con poder mostrar un certificado de bautismo. Ni mucho menos alcanza al mínimo necesario decir que formamos parte y defendemos nuestra cultura cristiana. No tenemos más que ver cómo, en nuestra época, se presentan como “cristianas” organizaciones y personas, incluso algunos gobernantes, que promueven un modelo de convivencia y unas políticas que dan como resultado un orden mundial radicalmente injusto; y muchos de esos grupos y de esos gobernantes no dejan de referirse a sus convicciones y prácticas religiosas. Los que cierran la puerta de la salvación —es decir, a una vida digna y humana a otros seres humanos se están cerrando la puerta de entrada al reinado de Dios.»

Cuando la religión es usada como pretexto para animalizar al “otro”

A fines de febrero pasado, la congresista por Renovación Popular, Milagros Jáuregui, lanzó una suerte de voz de alerta ante el supuesto peligro que las familias homoparentales representaban, calificando a los miembros de la comunidad homosexual como pedófilos y animales. Sus desafortunadas palabras tuvieron lugar en el foro «Batalla Cultural: Cómo enfrentar el avance del globalismo y rescatar los valores tradicionales», organizado en el Congreso de la República por su copartidario y también congresista, José Cueto, ex jefe del Comando Conjunto de las FF.AA. durante el gobierno de Ollanta Humala.

Lamentablemente, el calificar de forma negativa al “otro”, ya sea por considerarlo inferior desde un plano individual/subjetivo, o porque en realidad es una persona con menos privilegios que la mayoría, no es un fenómeno exclusivo del Perú ni de estos tiempos. Hace cinco siglos, en otro continente y con otros protagonistas, las comparaciones con animales o bestias, eran uno de los recursos utilizados para descalificar a las minorías religiosas.

Entre 1500 y principios de 1600 existió en España una pequeña comunidad cristiana, de ascendencia musulmana, que fue perseguida por la Monarquía y la Inquisición: los llamados moriscos, o cristianos nuevos del islam.

Para entender este asunto, es preciso hacer un poco de historia. El 12 de octubre de 1492, bajo el gobierno de los Reyes Católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, Cristóbal Colón y su tripulación desembarcan en las tierras que más tarde serían conocidas como América o el Nuevo Mundo. Sin embargo, esta no fue la única fecha significativa de ese complicado año. Los monarcas españoles, buscando cristianizar la totalidad de sus dominios, tuvieron que lidiar primero con sus súbditos españoles no-cristianos: los judíos y los musulmanes. Así, meses antes de la empresa colonizadora del navegante genovés, más precisamente el 2 de enero de 1492, Fernando e Isabel conquistan Granada, el último reino musulmán en España y en marzo del mismo año expulsan del territorio español a todos los judíos que se niegan a convertirse a la fe católica.

(La rendición de Granada. Francisco Pradilla y Ortiz, 1882)

Los musulmanes granadinos derrotados eran descendientes de los árabes del norte de África que habían conquistado, gobernado y habitado una buena parte de España durante ocho siglos. No obstante, después de tomar el poder, los Reyes Católicos ordenaron su conversión al cristianismo; es decir, que todos fueran bautizados en la fe católica sin importar si lo hacían voluntariamente o no. Los nuevos convertidos pasaron entonces a ser llamados moriscos y casi un siglo después, entre 1609 y 1614, serían deportados, bajo acusaciones de herejía y traición por, supuestamente, confabular con los turcos del Imperio Otomano, enemigos musulmanes del cristianismo en Europa.

(Moriscos en Granada. Christoph Weiditz, 1529)

Pero ¿qué tienen que ver los musulmanes cristianizados de 1600 con la congresista homofóbica de 2025? Pues que, al igual que esta, los sacerdotes españoles que apoyaban el destierro de los moriscos apelaban a su animalización, los comparaban con perros y serpientes y los calificaban como “naturalmente” lujuriosos. Algunos, incluso, solían identificar a su profeta Mahoma con el leopardo que aparece como una de las cuatro bestias en el Libro de Daniel (7: 1-12).

Uno de estos curas, ancestro ideológico de la congresista Jáuregui, fue Pedro Aznar Cardona, autor de la Expulsión justificada de los moriscos españoles, texto panfletario cargado de insultos hacia los musulmanes y moriscos y en el que los acusaba de lascivos y bestiales. Aznar sostenía que los moriscos estaban completamente entregados al “vicio de la carne” y que todos sus pensamientos y conversaciones giraban en torno a la actividad sexual. No solo eso, también añadía que esta comunidad criaba a sus hijos “como bestias, sin enseñanza racional”. ¿Suena conocido?

(Fragmento de la Expulsión justificada de los moriscos españoles de Pedro Aznar Cardona, 1628)

En su alusión a los homosexuales, Milagros Jáuregui, defensora acérrima de la familia tradicional (mamá, papá, hijos), dijo lo siguiente: “No podemos permitir que el ser humano se porte como animal, cuando el ser humano tiene conciencia, razonamiento”. Como parte de su desenfrenado alegato, la congresista afirmó también que las relaciones íntimas de las parejas de mismo sexo estaban cargadas de “lujuria y lascivia” y que en algunos casos llegaban a involucrar a niños.

Las injurias de Aznar Cardona resuenan en las de Milagros Jáuregui e incluso es posible establecer un paralelo entre las ideas disparatadas del cura español y las expresiones deshumanizantes de la congresista peruana. Cuando ésta animaliza a la comunidad homosexual, del mismo modo que Aznar a los moriscos de hace cuatrocientos años, lo que busca es limitar la posibilidad de que acceda a los mismos derechos de los que gozan los heterosexuales en el Perú (casarse, adoptar, etc.). Una vez que un individuo o grupo es considerado un animal, carente de razón y de conciencia, sus derechos (humanos) son simbólicamente anulados.

Asimismo, si bien en ambos casos existe una base religiosa para descalificar al “otro” (los cristianos católicos en contra de los musulmanes, los cristianos evangélicos en contra de los  homosexuales), lo cierto es que poco tienen que ver las creencias religiosas en este asunto y mucho sí una buena dosis de fundamentalismo mezclado con el abuso de poder. Al animalizar a los homosexuales, Jáuregui utiliza un recurso por el que no solo busca desprestigiar, sino también alentar el desprecio popular hacia la comunidad gay y, de ese modo, negarle los privilegios de los que gozan los heterosexuales.

A fin de cuentas, es más fácil atacar a comunidades marginadas y sin privilegios (hay que recordar que la comunidad LGBTQI+ carece todavía de derechos básicos y se encuentra, por ende, en una clara posición de subalternidad), que denunciar a quienes, por ejemplo, son comprobados pedófilos o violadores, pero pertenecen a las más altas esferas de la jerarquía social, política y religiosa del país.

Los antiderechos no son conservadores

A raíz del hecho que la academia parece haber despertado a la idea de considerar la importancia de la acción política de los sectores religiosos evangélicos y fundamentalistas, ha surgido la necesidad de encontrar una nomenclatura que se ajuste a las características de su accionar. Y una de las primeras formas en que los académicos se han referido a estos grupos es denominarlos «conservadores» o «ultra conservadores».

En realidad me parece un término poco feliz para describir la manera de hacer política de, por ejemplo, Muñante y compañía en el Congreso del Perú. Mucho premio llamar «conservadores» a estos sectores antiderechos. Porque el evangélico promedio es efectivamente conservador, especialmente en lo moral y lo religioso, pero ese mismo evangélico promedio no es fundamentalista, ni vota necesariamente a favor de la agenda moral profamilia y provida.

En una investigación realizada por Betsabeth Condor y Oscar Amat y León, en los departamentos de Lima, San Martín y Ayacucho se realizó una encuesta a más de 1000 personas evangélicas, entre los resultados más interesantes figuran los siguientes:

  • Más del 80% de los encuestados conocían al movimiento «Con Mis Hijos No Te Metas».
  • Más del 60% opinaba que los evangélicos sí deberían participar en política.
  • Más del 60% opinaba que era necesario que las/los estudiantes recibieran una formación en Educación Sexual Integral en los centros educativos.
  • Casi el 80% de los encuestados pensaba que la educación con enfoque de género es peligrosa para la niñez peruana.
  • Más del 20% de los evangélicos encuestados creían que las mujeres tienen derecho a interrumpir su embarazo por algún motivo, especialmente en casos de riesgo de vida de la mujer.
  • Y el 40% de los encuestados no creía que el movimiento feminista tuviese como objetivo la destrucción de la familia en el país.

Se puede consultar el documento completo de esta investigación en:

¿Por qué entonces, favorecer el uso de un término que parece que vuelve más grande y más numeroso al movimiento antiderechos? Es innecesario. Creo que una de las alternativas éticas que hay que profundizar para fortalecer la democracia es hacer el deslinde entre la mayoría de los evangélicos, probablemente conservadores, pero también personas interesadas en la justicia y en el bien común, distingiéndolos conceptualmente de esta otra camarilla de «políticos de Cristo», como diría el profesor Leonildo Silveira para referirse a estos aventureros de la política, quienes están obnubilados con su tarea de detener el avance de los derechos humanos en el Perú porque sienten que los cambios que están ocurriendo en el mundo les lleva a perder el poder y el control religioso con el que han estado acumulando: dinero, influencia y presencia pública.

No actúan en la política porque quieren defender su postura ética o moral, ni para defender los intereses de los evangélicos como grupo social; lo que pretenden es asentarse en el poder religioso y político para beneficiarse económicamente a sí mismos y a sus empresas eclesiásticas, y para obtener poder para lograr imponer su visión reaccionaria del mundo a toda la ciudadanía. Para esto no les interesa restringir la libertad de las personas, promover el retiro del Perú del sistema internacional de derechos humanos o restringir el trabajo de las ONG que actúan del lado de las personas que sufren vulneración de su dignidad. Para ellos todo vale, si de restringir derechos se trata.

En este sentido, los políticos antiderechos han perdido el rumbo ético. Su enfoque es obtener resultados a cualquier costo, incluso utilizando la mentira, la desinformación o la intimidación. De conservadores estos señores no tienen nada. Sin embargo, para tratar de camuflarse con el sector evangélico, se disfrazan de líderes religiosos con discursos que invocan textos bíblicos en eventos y marchas que aparentemente tienen un contenido religioso o moral, cuando en realidad son meras acciones políticas. Si tuviéramos que utilizar un lenguaje típicamente religioso diríamos que los evangélicos antiderechos han entrado a la política y han terminado contaminándose con los esquemas mundanos que decían combatir. «Han sido pesados en balanza y han sido hallados faltos». (Daniel 5:27)

¿Es un crimen ser gay?

En efecto, hay un grupo de personas opositoras a Alejandro Muñante y de todo lo que representa, que están difundiendo esta imagen como signo de que dicho personaje sería un «gay arrepentido». O sea, alguien que asumió y vivió su orientación sexual alternativa, pero que movido por una ideología religiosa postuló luego que todo lo LGTBIQ+ es la encarnación de lo satánico.

El panorama real acaso sea mucho peor. No se trata de un individuo que decide particularmente y para efectos de su muy peculiar existencia que ser LGTBIQ+ es algo «malvado» que «debe» ser objeto de «conversión» para volver al «camino correcto».

Se trata de alguien que postula que como Iglesia se debe hacer una campaña que invite a todos los integrantes de la comunidad LGTBIQ+ a que «asuman» y a que «reconozcan» que tener una orientación sexual distinta de la heterosexualidad es algo intrínsecamente perverso, que ningún individuo podrá ser una buena persona, un correcto ciudadano y por cierto, mucho menos, un buen cristiano, si decidiera «permanecer en el pecado» de ser LGTBIQ+.

El criminalizar a alguien por lo que es se llama derecho penal de autor, que no sanciona a nadie por haber hecho algo incorrecto, sino precisamente por ello: por ser algo en específico.

Su última encarnación oficial (porque extraoficialmente eso siempre ha habido, está habiendo y me temo que seguirá habiendo) fue el derecho penal nazi, que precisamente sancionaba con la muerte a los integrantes de la comunidad LGTBIQ+, igual que a los gitanos, que a los rosacruces y que a los judíos. No porque hubieran hecho algo indebido, sino porque eran LGTBIQ+, gitanos, rosacruces o judíos: el crimen es su mera existencia.

Creo que Alejandro Muñante todavía no postula que se criminalice ser LGTBIQ+, pero al paso que vamos, ¿faltará mucho para ello?

¡Alerta de fundamentalismo!

¿Deben los evangélicos participar en política?

Al observar el comportamiento político de la mayoría de representantes evangélicos en el Congreso, y en general, el de las autoridades evangélicas en los diferentes espacios de poder a nivel nacional, uno se queda pensando si los evangélicos realmente deberían participar en política.

Hace unos años, el debate sobre la participación evangélica en política tenía una connotación de reivindicación del derecho de una minoría religiosa a verse representada en el espacio público. Mientras que, el día de hoy, el debate es más bien si los evangélicos que han conquistado lugares de representación pública, reflejan un mínimo de la ética evangélica que durante casi 150 años ha caracterizado la reflexión y el quehacer de las y los evangélicos en el Perú.

La cosa se ha puesto tan fea en cuanto al contenido de las propuestas de los políticos evangélicos, y sus formas de actuación son tan impresentables, que hace un par de días, un conocido pastor pentecostal, Darío López, se hacía la pregunta en una de sus publicaciones en Facebook: «¿Y este señor? ¿En serio es evangélico?», reaccionando a uno más de los disparates políticos del congresista Alejandro Muñante.

Los juegos de la democracia nos dirán que es legal que la sociedad organizada en movimientos y partidos políticos brinde su aporte, por ejemplo, en el campo de las políticas públicas o en el caso de las religiones, promoviendo un ideario o una doctrina social. Sin embargo, cuando la sociedad siente que necesita protección de las pretensiones totalitarias de las religiones que buscan restringir el avance de los derechos humanos, o cuando se quiere imponer una visión de un grupo religioso en particular a toda la ciudadanía, restringiendo las libertades, entonces, estamos en problemas y en serios problemas.

Para terminar esta nota mientras preguntamos a nuestra audiencia qué opinan acerca de si los grupos religiosos, como los evangélicos, deberían o no participar en política de una manera confesional, les dejamos el enlace a un video publicado por el Observatorio de los Fundamentalismos, del Centro de Investigación en Religión y Política – CIERP, en donde la congresista, también evangélica, Milagros Jáuregui ofende abiertamente a la comunidad LGBTIQ+, señalando que cuando están con unas copas encima, estas personas actúan como animales, refiriéndose a su vida sexual. ¿Cuánto más deberemos seguir soportando como ciudadanía los abusos, la ignorancia y la estrechez de corazón de los representantes y autoridades evangélicas y sus ofensivas y estrambóticas formas de pensar y hacer política? ¡Parece que no tienen vergüenza!: https://youtu.be/AQb9iOjtK14

Jimmy el Bautista: Carter redefinió lo “evangélico”, desde las campañas en favor de los derechos raciales y de las mujeres

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PLAINS, Georgia, EE.UU. (AP) — Antes de alcanzar el acuerdo de paz de 1978 entre el egipcio Anwar Sadat y el israelí Menachem Begin, Jimmy Carter pasó meses de intensa preparación, negociaciones de alto riesgo en Camp David y una visita al campo de batalla de Gettysburg para demostrar las consecuencias de la guerra.

Jimmy el Bautista: Carter redefinió lo “evangélico”, desde las campañas hasta la raza y los derechos de las mujeres
ARCHIVO – El candidato demócrata Jimmy Carter estrecha la mano de los feligreses en el exterior de la Iglesia Bautista Plains, en Plains, Georgia, el 18 de julio de 1976. (Foto AP/Peter Bregg, Archivo)


Por  Bill Barrow Associated Press

PLAINS, Georgia, EE.UU. (AP) — Antes de alcanzar el acuerdo de paz de 1978 entre el egipcio Anwar Sadat y el israelí Menachem Begin, Jimmy Carter pasó meses de intensa preparación, negociaciones de alto riesgo en Camp David y una visita al campo de batalla de Gettysburg para demostrar las consecuencias de la guerra.

Pero al recordar su logro más celebrado en política exterior, el 39º presidente dijo que la diplomacia intrincada no fue, en última instancia, el factor decisivo.

“Finalmente llegamos a un acuerdo porque todos compartíamos la fe en el mismo Dios”, dijo Carter al biógrafo Jonathan Alter, mientras rastreaba los orígenes de su cristianismo, el judaísmo de Begin y el islamismo de Sadat, hasta su ancestro común en los textos sagrados de cada religión. “Todos nos considerábamos hijos de Abraham”.

Carter, quien murió el domingo a los 100 años, era ampliamente conocido como un hombre de fe, especialmente después de que su largo período postpresidencial fuera definido por imágenes del maestro de la Escuela Dominical Bautista construyendo casas para personas de bajos ingresos y luchando contra enfermedades en todo el mundo en desarrollo.

Sin embargo, más allá de la piedad y el servicio, el demócrata de Georgia se destacó desde sus primeros días en el escenario nacional con explicaciones inusualmente prolíficas y matizadas de sus creencias. Carter citó a Jesús y a teólogos famosos y conectó todo eso con sus objetivos políticos, viviendo su propia definición de lo que significa ser un autoproclamado cristiano, en la política estadounidense.

“La mayoría de la gente va a Washington en busca de su propio poder”, dijo David Gergen, asesor de la Casa Blanca de cuatro presidentes. “Carter fue a Washington en busca de nuestra alma nacional. Eso no significa que los otros no tuvieran buenas intenciones, pero para Jimmy Carter simplemente parecía un propósito diferente”.

¿Qué pasó cuando Carter describió su fe a la revista ‘Playboy’?

Como candidato en 1976, Carter se describió a sí mismo como un “cristiano nacido de nuevo”. Basándose en el Nuevo Testamento, la referencia es habitual para muchos protestantes del Sur que creen que seguir a Jesús significa adoptar una nueva versión de uno mismo. Para los medios nacionales y los votantes que no están familiarizados con el léxico evangélico, Carter se convirtió en una curiosidad.

“Nos considerábamos unos marginados culturales” como evangélicos a mediados de los años 70, dijo el profesor del Dartmouth College Randall Balmer, quien ha escrito extensamente sobre la fe de Carter. El movimiento evangélico todavía no se había convertido en una fuerza política mayormente alineada con los republicanos, y “que alguien usara nuestro lenguaje [evangélico] para describirse a sí mismo y aun así fuera tomado en serio como candidato presidencial”, dijo Balmer, “era realmente sorprendente”.

Carter utilizó su presidencia para poner de relieve los derechos humanos en la política exterior estadounidense , defender la conservación del medio ambiente y oponerse a los conflictos militares. Criticó la codicia y el consumismo estadounidenses y realizó proselitismo ante otros líderes mundiales.

Carter continuó con este enfoque durante décadas a través del Centro Carter y sus esfuerzos globales en favor de la paz, la democracia y la salud pública. Cuando tenía más de 90 años, Carter criticó al militarismo estadounidense y resaltó uno de los apodos bíblicos de Jesús: “Príncipe de Paz”.

“Llevaba su fe consigo cada minuto de cada día y la ponía en práctica cada minuto de cada día”, dijo Jill Stuckey, residente de Plains y amiga de mucho tiempo de Carter y su esposa, Rosalynn, quien murió en noviembre de 2023 a los 96 años .

La fe de Carter insistía en el servicio público por encima de la política

El secretario de Transporte de Estados Unidos, Pete Buttigieg, asistió a algunas de las lecciones religiosas de Carter en Plains, Georgia, y buscó el consejo del expresidente durante su propia campaña en 2020. Dijo que Carter elevó la fe más allá de las divisiones partidistas .

“Hay muchos conservadores que parecen usar la Biblia casi como un arma o un garrote, y hay muchos liberales que parecen usar la fe principalmente como una forma de señalar desesperadamente que no son malas personas”, dijo Buttigieg a The Associated Press. “El presidente Carter demostró una tercera cosa: la fe que te llama a ser útil a los demás”.

El evangelismo descarado de Carter era una excepción en un Partido Demócrata que se volvió más secular y pluralista durante su  vida pública. Sin embargo, Carter defendía la “absoluta y total separación entre la Iglesia y el Estado” y se oponía a que se destinaran fondos públicos a escuelas religiosas. Admiraba personalmente al reverendo Billy Graham, pero consideraba “inapropiado” invitar al principal evangélico del país a dirigir los servicios de oración en la Casa Blanca, como lo hizo Graham para gobiernos anteriores.

Carter se distinguió aún más de muchos evangélicos al criticar el trato que Israel da a los palestinos y al adoptar posturas liberales sobre las relaciones raciales, los derechos de las mujeres y, a medida que envejecía, también a los derechos LGBTQ. En una ocasión describió cómo se sintió sorprendido cuando un “alto funcionario” de la Convención Bautista del Sur le dijo en la Oficina Oval: “Estamos orando, señor presidente, para que abandone su humanismo secular como religión”.

En sus últimos años, Carter “estaba contento con la etiqueta de ‘evangélico progresista’”, dijo Balmer.

¿Cómo llegó Carter a definir su fe?

Carter creció como hijo de un diácono de la Convención Bautista del Sur, una denominación conservadora fundada antes de la Guerra Civil como un grupo regional escindido que apoyaba la esclavitud. No cuestionó abiertamente las opiniones segregacionistas de su padre ni los orígenes supremacistas blancos de su denominación, y de joven no se consideraba evangélico. Pero tuvo contacto con las tradiciones evangélicas negras al visitar ocasionalmente la iglesia St. Mark AME, la congregación de las familias de agricultores arrendatarios que trabajaban las tierras de su padre.

“Pude ver el espíritu, la sinceridad y el fervor en sus servicios de adoración, algo que faltaba en nuestra iglesia en Plains”, escribió una vez Carter.

Décadas después, durante el Movimiento por los Derechos Civiles , Carter instó a su congregación en Plains que permitiese un culto integrado, pero él y Rosalynn se quedaron prácticamente solos. Carter era senador estatal en ese entonces y, notablemente, no ofreció una defensa tan explícita de la integración más allá de los muros de la iglesia.

Después de su fallida candidatura a gobernador en 1966, Carter estaba “desilusionado de la política y de la vida en general”, escribió. Su hermana Ruth, una conocida evangelista y sanadora por la fe , lo persuadió de ir a “misiones pioneras”. El futuro presidente tocó puertas para compartir el evangelio en Pensilvania y en los barrios hispanohablantes de Massachusetts. Llegó a ver estas estancias como un catalizador para “aplicar mi fe cristiana con mucha más regularidad a mi vida secular”.

Carter difundió su evangelio entre cantantes populares y líderes comunistas

Carter incluso llegó a compartir su cristianismo con Bob Dylan, en una sesión individual que el icónico cantante folk tuvo con el gobernador de Georgia en 1971.

En 1977, durante su primer viaje al exterior como presidente, Edward Gierek, el máximo dirigente de Polonia bajo el control soviético de Moscú invitó a Carter a hablar sin la presencia de sus ayudantes, según recordó Carter más tarde. Gierek se mostró “algo incómodo” al explicar que era ateo, en conformidad con el Kremlin, pero que quería aprender sobre el cristianismo. Así que Carter compartió algunos principios cristianos y “le preguntó si consideraría aceptar a Jesucristo como su salvador personal”.

Gierek respondió que no podía hacer una declaración pública y Carter escribió más tarde que “nunca supe cuál fue su decisión”. Pero en 1979, Gierek desoyó las órdenes de Moscú al permitir que el recién elegido Papa Juan Pablo II visitara su Polonia natal. El Kremlin depuso a Gierek en 1980, pero esa visita se convirtió en un momento decisivo en el papado de Juan Pablo II y sus esfuerzos por desmantelar la Unión Soviética.

En una cena en la Casa Blanca, Carter presionó al líder chino Deng Xiaoping para que permitiera la libertad de culto y de posesión de la Biblia y admitiera a misioneros estadounidenses. Xiaoping permitió las dos primeras, pero no lo último. En 2018, Carter señaló que las proyecciones indican que, para 2025, China tendrá más protestantes que Estados Unidos.

Y en Camp David, Carter oró a menudo y habló abiertamente sobre la fe con Begin y Sadat, desentrañando antiguas animosidades entre sus religiones.

Carter evolucionó en materia de igualdad de derechos y matrimonio homosexual

Cuando los Carter dejaron la Casa Blanca en 1981, hartos de las tensiones raciales que aún persistían en la Iglesia Bautista Plains, se trasladaron a la cercana Iglesia Bautista Maranatha , dijo Balmer. El funeral de Carter en su ciudad natal se llevará a cabo allí después de su servicio estatal en la Catedral Nacional de Washington.

Carter se desvinculó de los bautistas del sur dos décadas después, a la edad de 76 años, porque los líderes de la denominación, dijo, degradaban a las mujeres al considerarlas subordinadas a los hombres en el hogar, la iglesia y la sociedad en general. Carter permaneció en Maranatha, y señaló que los diáconos de la congregación estaban divididos de manera más o menos equitativa entre los sexos.

“Hay un hecho incontrovertible en la relación entre Jesucristo y las mujeres”, explicó Carter en su último libro, “Faith”, publicado en 2018. “Él las trató como iguales a los hombres, lo cual era radicalmente diferente de la costumbre imperante en la época”.

Carter fue más lento en su postura sobre cuestiones LGBTQ. En una entrevista de campaña de 1976 con la revista Playboy , dijo que consideraba que las relaciones sexuales fuera del matrimonio eran un pecado y, por lo tanto, no podía conciliar fácilmente la homosexualidad. La respuesta no contemplaba el matrimonio entre personas del mismo sexo como una institución civil o religiosa legítima.

Carter se preguntó: ¿Qué haría Jesús?

Sin embargo, a medida que se acercaba su 75 aniversario de bodas en 2021, Carter tenía una opinión diferente sobre el matrimonio sancionado por el gobierno y la iglesia para parejas del mismo sexo . “No tengo ninguna oposición”, dijo a AP, declarándose “muy liberal” en cualquier tema “que se relacione con los derechos humanos”. La sexualidad “seguirá siendo divisiva” dentro del cristianismo, predijo, “pero la iglesia está evolucionando”.

Buttigieg, un episcopal cuyo matrimonio entre personas del mismo sexo es reconocido por su iglesia, dijo que la voluntad de Carter de ser abierto sobre su fe, en toda su complejidad, proporciona un «tremendo ejemplo» para «una generación de cristianos que no creen que Dios pertenezca a ningún partido político».

La reverenda Bernice King , hija del asesinado líder de los derechos civiles Martin Luther King Jr., elogió a Carter como un “hombre de paz y compasión” y argumentó que, a pesar de todos sus libros, exposiciones y lecciones de la escuela dominical, el bautista de Plains se mantuvo fiel a una fe sencilla.

“Observó la vida de Jesucristo y cómo Cristo interactuó con la gente”, dijo King. “Como líder, luchó con eso. Creo que se tomó en serio la pregunta: ‘¿Qué haría Jesús? ¿Qué haría alguien centrado en el amor?’”.


FUENTE: The Toronto Star, Enero 1, 2025 https://bit.ly/42fxEbZ originalmente en: https://apnews.com/article/jimmy-carter-baptist-faith-93343181bb9fac49723470c7e10561d1

Traducido al castellano por: Alberto Salazar Valle.